Los imposibles nos llamaban
del otro lado,
desde muy lejos.
Atravesamos ríos helados
que nos quemaron la piel,
pantanos inmundos
donde nos enredamos
en antiguas raíces nauseabundas.
Nos enterramos en arenas
sucias de sangre, indiferencia y dolor.
Nos rompimos la espalda y las manos
escarbando la tierra reseca
del olvido y el horror.
Pero llegamos
y el abrazo fue inmenso,
volamos y reímos.
Recuperamos las fuerzas
y nos preparamos
para buscar más lejos,
más hondo,
hasta alcanzarlos a todos.
Hasta estar seguros
de que no hay más.
Hasta saber
que nada
ni nadie
está tan lejos.
2010
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